¿Cómo saber si tu casco de moto te protege de verdad o solo lo parece? La respuesta empieza frente al espejo

Un casco homologado se convierte en el salvavidas más inmediato de cualquier motorista, porque la diferencia entre llevarlo bien ajustado o mal colocado se mide en porcentajes de supervivencia. Su eficacia depende de mucho más que ponérselo y abrochárselo, ya que influyen la talla, la forma de la cabeza y la calidad de los materiales. Los estudios de siniestralidad en carreteras muestran que las lesiones en la cabeza explican la mayor parte de muertes en accidente de moto, de modo que este elemento concentra el protagonismo de la seguridad. Esa condición primordical lo ha llevado a ocupar un papel imprescindible en la normativa europea, donde las etiquetas de homologación marcan quién circula dentro de la ley y quién se expone a sanciones y riesgos evidentes. Por eso, distintos fabricantes insisten en que la colocación y la talla son factores tan decisivos como la homologación misma, y de ahí parte la explicación de un método que nació en Japón y que sigue siendo útil en cualquier carretera europea. Una técnica sencilla que nació en Japón resuelve dudas en pocos segundos El llamado truco japonés arranca frente a un espejo, con el casco centrado en relación con las cejas y la nariz. El procedimiento consiste en comprobar el espacio que queda por encima de las cejas. La medida adecuada permite introducir un dedo entre la frente y la parte interna, sin holgura excesiva ni opresión.
Autor: Marcos